Tradicionalmente, se conocía como infusorios a aquellas células o microorganismos que tienen cilios u otras estructuras de motilidad para su locomoción en un medio líquido. Los primeros organismos de estas características observados (en la segunda mitad del siglo XVII) por Leeuwenhoek se obtuvieron de infusiones de heno, de ahí el nombre de infusorios.
Conforme se ha ido avanzando en el conocimiento de los microorganismos y se han ido asignando estos a los diferentes taxones, el término infusorio ha ido quedando en desuso en el ámbito de la biología. La mayoría se incluyen en el reino protista. Son animales unicelulares (compuestos por una sola célula) muy pocos de los cuales pueden verse a simple vista. Con ayuda de una lupa potente la mayoría puede visualizarse y, finalmente, una pequeña cantidad sólo son visibles con aumentos mayores (uso de microscopio).
El término infusorio no tiene carácter taxonómico (no es un taxón), es decir, no incluye a un tipo determinado y único de seres vivos sino que se aplica a una gran cantidad de seres vivos muy diferentes.
El término infusorio no tiene carácter taxonómico (no es un taxón), es decir, no incluye a un tipo determinado y único de seres vivos sino que se aplica a una gran cantidad de seres vivos muy diferentes.
De tamaño microscópico, se puede observar la boca en la zona más ancha. Su membrana está recubierta de cilios que le sirven para desplazarse. Analizando su estructura celular se pueden ver las vacuolas, el núcleo, el campo bucal, el embudo bucal y la propia boca celular, y los pequeño cilios.
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